Los efectos de una crisis curativa pueden sentirse durante la sesión o manifestarse en los días posteriores, generalmente entre uno y siete días, según la intensidad del trabajo energético y la sensibilidad de cada persona.
A veces puede percibirse como un empeoramiento temporal de los síntomas, justo cuando avanzamos en nuestro proceso de transformación y sanación. Sin embargo, se trata de un proceso transitorio de limpieza y reorganización energética, una señal de que la sanación está ocurriendo en profundidad.
Esto sucede porque el cuerpo, la mente y el Alma comienzan a liberar bloqueos, memorias y toxinas que permanecían acumuladas o dormidas, permitiendo que la energía vuelva a fluir con mayor libertad.
Durante esta etapa pueden aparecer síntomas físicos, emocionales o espirituales, no porque algo esté mal, sino porque todo el sistema se está reajustando hacia un nuevo equilibrio.
A medida que el proceso se integra, el cuerpo y el campo energético se armonizan, y es común experimentar claridad, liviandad y una profunda sensación de renovación interior.
Este movimiento de ajuste continúa de forma más sutil en las semanas siguientes, completando un ciclo natural de aproximadamente 90 días, explicado más abajo en la sección Cómo sostener la sanación en el tiempo.
🌿 A nivel físico
El cuerpo comienza un proceso de depuración y reajuste energético.
Pueden aparecer síntomas como fatiga, dolor de cabeza, dolores musculares, malestar general, sudoración, cambios de temperatura o alteraciones en el sueño.
Esto ocurre porque el cuerpo elimina toxinas y energías densas acumuladas, activando sus propios mecanismos naturales de sanación.
💧 A nivel psicoemocional
Durante la liberación energética, pueden emerger emociones antiguas o reprimidas —tristeza, enojo, ansiedad, nostalgia o sensación de vulnerabilidad—.
El propósito no es hacerte sufrir, sino permitir que lo que estaba oculto se exprese, se comprenda y finalmente se libere.
Es un tiempo para escuchar al corazón y acompañar lo que aparece con compasión.
🌌 A nivel espiritual y transgeneracional
En este nivel se mueven memorias del Alma, vidas pasadas o herencias del linaje familiar que siguen influyendo en la vida presente.
Pueden surgir sensaciones de confusión, cambios en la percepción, sueños intensos o cuestionamientos existenciales.
Es señal de que tu Alma está reajustando su vibración, integrando aprendizajes antiguos y reconectando con su propósito.
Una crisis curativa no debe temerse, sino acompañarse con conciencia y calma.
Es un momento en el que tu energía se acomoda a una nueva frecuencia, y tu cuerpo necesita tiempo para integrar los cambios que la sanación ha despertado.
💧 Escucha a tu cuerpo
Descansa, hidrátate con frecuencia —los movimientos energéticos consumen mucha agua— aliméntate de forma ligera y, en lo posible, sin condimentos fuertes.
Evita exigirte más de lo necesario: haz solo lo que tu cuerpo te permita.
Permite que el proceso fluya sin presión; el descanso también es parte de la sanación.
💫 Acompaña tus emociones
Si aparecen tristeza, enojo, confusión o nostalgia, obsérvalas sin juicio.
Estas emociones estaban guardadas y ahora se muestran para ser liberadas.
Puedes acompañarte con infusiones naturales que armonicen tu estado energético:
Relajantes, como melisa, menta, manzanilla o lavanda, que calman el sistema nervioso.
Activadoras, como canela, jengibre, romero o clavo de olor, que aportan calor y estimulan el flujo energético.
También puedes realizar baños de tina o de sal con hierbas, que ayudan a relajar el cuerpo, limpiar la energía y favorecer la integración de lo trabajado durante la sesión.
🌿 Sostén tu energía
Evita ambientes cargados o ruidosos. Busca momentos de silencio, escritura, meditación o conexión con la naturaleza.
Todo lo que ayude a mantener tu vibración alta será tu mejor aliado.
Practica baños de bosque, respira aire puro y realiza grounding o enraizamiento, caminando descalz@ sobre la tierra al menos 20 minutos al día.
Durante los primeros 40 días después de una sesión o proceso de sanación, tu cuerpo, tu mente y tu campo energético necesitan estabilidad y cuidado.
Este período es clave, porque es cuando tu sistema comienza a reorganizarse internamente para adaptarse a la nueva frecuencia que has incorporado.
Sostén este proceso con amorosidad, calma y constancia: no se trata de forzar, sino de permitir que la transformación se asiente.
💫 Los primeros 21 días
En esta etapa, la mente comienza a reprogramar sus conexiones neuroquímicas.
Viejos patrones de pensamiento, emociones repetitivas o conductas automáticas empiezan a disolverse, y el cuerpo empieza a responder de otra manera.
Este es un momento ideal para reforzar lo nuevo:
Repite afirmaciones que vibren con tu nueva energía.
Cambia pequeñas rutinas (como tu forma de alimentarte, dormir o relacionarte).
Mantén pensamientos y entornos que sostengan la paz que estás cultivando.
Ejemplo: Si en la sesión liberaste memorias de autosabotaje, durante estos días observa cuándo aparece ese impulso y reemplázalo conscientemente por una acción amorosa: descansar, agradecer o simplemente detenerte a respirar.
🌸 De los 21 a los 40 días
Aquí se consolida el nuevo patrón energético.
Lo que antes era un esfuerzo empieza a sentirse natural.
Tu vibración se equilibra y el cuerpo comienza a expresar mayor vitalidad y claridad interior.
Es importante mantener una rutina suave pero constante: meditación, movimiento consciente, contacto con la naturaleza y alimentación ligera.
🌟 De los 40 a los 90 días
Si continúas acompañando este proceso con conciencia, se fortalece la nueva identidad energética.
Tu campo áurico se estabiliza, las emociones se armonizan y comienzas a manifestar con mayor coherencia lo que realmente eres.
A los 90 días, tu energía ya ha integrado los cambios en todos los planos: físico, mental, emocional y espiritual.
Este ciclo no es rígido, sino una guía natural del ritmo humano para integrar lo nuevo sin perder la conexión con el alma.